La artroscopia de cadera consiste en el acceso mini-invasivo a la articulación de la cadera mediante incisiones-portales menores de 1 cm.
A través de la visión mediante una cámara-óptica, se tiene acceso a toda la cavidad articular, pudiéndose realizar una exploración detallada y siendo posible reparar todas aquellas estructuras que encontremos lesionadas, mediante la utilización de fresas, pinzas y suturas.
Una de sus principales indicaciones, es el tratamiento del Síndrome Femoroacetabular.
Este síndrome se caracteriza por la presencia de alteraciones anatómicas en la articulación de la cadera, que afectan a la cabeza-cuello del fémur, labrum periacetabular (anillo fibrocartilaginoso que lo recubre), o, a ambos.
Estas alteraciones, predisponen a un conflicto articular, pudiendo evolucionar a artrosis de cadera a medio-largo plazo en pacientes jóvenes.
Las deformidades anatómicas que predisponen a este conflicto podemos dividirlas en:
Los pacientes refieren dolor inguinal gradual. Su aparición, se relaciona con actividades deportivas de impacto. También, tras periodos de sedestación prolongados, cruce de piernas y posición de cuclillas.
Para el diagnóstico se realiza un examen físico dirigido en consulta, al que se le asocian pruebas de imagen complementarias (Radiografía, TAC o RMN).
Ante los primeros síntomas, se comienza con un tratamiento basado en antiinflamatorios, modificación de la actividad deportiva, fisioterapia e inyecciones intraarticulares cortico-esteroideas ecoguiadas o bajo control de escopia.
Ante síntomas más avanzados o fracaso de las medidas adoptadas con anterioridad, el tratamiento quirúrgico se hace necesario, para corregir anomalías anatómicas desencadenantes, siendo de elección la artroscopia de cadera.
La estancia hospitalaria tras la cirugía es de un día, realizando una deambulación en descarga con bastones tras la intervención durante 4 semanas.