Fractura de codo en niños

Fractura supracondilea de codo

Las fracturas de codo son muy frecuentes en niños pequeños, ya que son muy activos y es muy probable que sufran una caída.

En la mayoría de los casos, la caída del menor no supone ningún peligro, pero si esta se produce cuando el niño tiene el brazo extendido, la velocidad de la caída y la fuerza del golpe pueden provocar la rotura de algún hueso del codo.

Como ya hemos dicho, las fracturas de codo son muy comunes en niños y una mala caída es casi siempre la culpable de la rotura del hueso. De hecho, casi el 10% de todas las fracturas en niños ocurren en el codo o en huesos cercanos a esta zona.

Fractura supracondílea de codo

Las fracturas supracondíleas son aquellas en las que la fractura del hueso se ha producido por arriba del codo. En esta caso, el húmero se fractura muy cerca del codo.

Se trata de la lesión de codo más común y suele producirse en niños pequeños de una edad inferior a los 10 años.

Esta fractura es la más grave que se puede producir en la zona del codo, puesto que la rotura puede provocar daños en los nervios o en el sistema circulatorio.

En una de nuestras últimas intervenciones, el Dr. Alejandro Sola y la Dra. López Sagasta fueron los encargados de operar a una niña de 4 años que sufrió, como se puede ver en la imagen, una fractura de tipo II de Gartland supracondílea de codo. Esta fue provocada por una caída del tobogán.

El síntoma principal que puede ayudarle a detectar una rotura de codo es el dolor agudo en el codo y el antebrazo. En los casos en los que los nervios se han visto afectados, el menor puede presentar adormecimiento en la mano.

En cualquiera de los casos, es importante que acuda cuanto antes al médico para que el niño pueda ser examinado y se evalúe la gravedad de los daños, confirmar la rotura y verificar si existe algún daño en nervios o vasos sanguíneos.

Tratamiento a seguir

Tras realizar radiografías y confirmar que hay una fractura supracondílea de codo, se procederá a elegir el tratamiento a seguir. Éste depende del grado de desplazamiento del hueso quebrado.

Se optará por un tratamiento no quirúrgico cuando no existe desplazamiento o este es muy pequeño. En estos casos, se inmovilizará el brazo durante un mes aproximadamente y se realizará un seguimiento para comprobar que los huesos continuan alineados.

Cuando se desplaza el hueso fracturado, se tendrá que seguir un tratamiento quirúrgico para volver a alinear el hueso desplazado.

En nuestro caso, el problema se solucionó con una pequeña cirugía. Durante la intervención, de poco más de 10 minutos, se siguió un procedimiento mínimamente invasivo con dos agujas de 1,8 mm.

La cirugía resolverá el problema y evitará complicaciones a largo plazo. Esto es muy importante en el caso de los niños porque su hueso está en formación y, si no se trata correctamente, podrían surgir problemas de movilidad en el futuro, debido a una limitación del rango de movimiento.

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