La fractura de columna es una lesión grave que se produce por la rotura o el hundimiento de alguno de los huesos de la columna.
Las fracturas suelen producirse por un traumatismo de cierta intensidad, generalmente producido por una caída. Si el hueso está debilitado o es de mala calidad debido a la osteoporosis, un traumatismo leve o realizar un esfuerzo con cierta carga también puede provocar una fractura. En cualquiera de los casos, la fractura de columna es causa de dolor invalidante.
Los síntomas más habituales de una fractura vertebral son:
Es importante destacar que el dolor del paciente no tiene porque ser constante. Es frecuente encontrar pacientes con una fractura vertebral que no presentan ningún síntoma mientras están en reposo.
Las fracturas de columna pueden clasificarse en tres grupos o categorías:
En primer lugar, se realiza un examen con rayos X y un escáner TAC o una resonancia magnética para poder valorar la lesión y su grado de gravedad. Este examen permite valorar el hueso y todos los tejidos adyacentes.
En los casos en que la fractura es debido a la debilitación del hueso u osteoporosis, se realiza también un análisis de sangre y un estudio óseo para valorar el estado del hueso y poder decidir si es aconsejable iniciar un tratamiento para mejorar la calidad del mismo.
La primera opción es optar por un tratamiento conservador. En este se incluye el reposo en cama, el uso de corsés y la medicación contra el dolor. Si no se consigue controlar el dolor con el tratamiento conservador, el doctor puede recomendar la aplicación de técnicas percutáneas.
La aplicación de técnicas percutáneas para tratar fracturas vertebrales permiten reconstruir la anatomía y rellenar los defectos de la columna con un cemento acrílico. Esta técnica es mínimamente invasiva.
La cementación vertebral trata de estabilizar el hueso roto y reducir el dolor provocado por las terminaciones nerviosas.
Tras aplicar la anestesia, se hacen pequeñas incisiones que permiten introducir los tornillos en las vértebras y colocar la prótesis encargada de fusionar las vértebras que provocan el dolor.
Al tratarse una técnica mínimamente invasiva, el paciente puede ser dado de alta en 24 horas. Este podrá caminar casi de forma inmediata, puesto que los tejidos no son dañados, y podrá hacer vida normal pasados unos 20 días.
Entre las ventajas de las técnicas percutáneas encontramos un menor dolor post-operatorio y una recuperación más rápida, una estancia hospitalaria más corta y un menor riesgo de infección durante la intervención.
La aplicación de cirugía percutánea permite obtener los mismos resultados que la cirugía tradicional, logrando restaurar el mismo nivel de forma de la vértebra.